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A falta de buenos ejemplos de arquitectura racionalista, Barcelona ha tenido (y está perdiendo a marchas aceleradas) magníficos edificios industriales que habían conducido los históricos delirios del Modernismo hacia el redil de la razón y la línea clara.
Éste edificio de la calle Venus en la villa de Gràcia (visto desde la calle Còrsega) es un buen ejemplo de ello. Y su cúpula “art decó”, mi preferida entre las cúpulas que conozco de la ciudad. Incluyendo la aérea –y bien integrada– tipografía que, a modo de corona, nos recuerda que albergó una prestigiosa fábrica de accesorios para automóviles y motocicletas.
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